El establecimiento, que acaba de cumplir 30 años, elabora unos espectaculares bizcochos amarmolados que superan en ocasiones los 8 kilos de peso y que necesitan ocho horas de cocción en el horno

 

«Aquí a la gente les gustan los dulces de tamaño generoso» dice «Maruchi» Díaz. Rafael Pozo, su esposo, sonríe y asiente con la cabeza.

Su historia es tan tierna como sus gigantescos bizcochos amarmolados, uno de los dulces que ha dado fama a este obrador artesano de San José de la Rinconada donde cada domingo por la tarde se forman grandes colas para adquirir las especialidades de la casa que embellecen, brillantes, dos grandes expositores acristalados.

El expositor de la pastelería. Foto: Cosasdecome

Maruchi Díaz nació hace 61 años en la calle Virgen de Fátima. Se hizo costurera para ayudar a su madre, Nenita.  Las dos cosían trajes de flamenca para la famosa firma sevillana Roal. Rafael Pozo, 65 años, nació a pocos metros, en la calle Virgen del Carmen, también en San José de la Rinconada. Los dos vivieron su niñez a poca distancia donde ahora tienen su obrador.

Rafael era cabañil, según cuenta Maruchi y su oficio consistía en abastecer de leche fresca de granja a varios hospitales sevillanos. «Se levantaba muy temprano» recuerda. Luego dejo lo de la leche para repartir dulces, especialmente los roskis, unas berlinas pareceidas a los donuts que se hicieron muy conocidas en la década de los 80.

Finalmente los dos decidieron emprender y montar negocio propio de dulces. Fue allá por marzo de 1993, hace ahora justo 30 años, cuando cogieron una casa en San José de la Rinconada y donde estaba la piscina montaron un obrador de dulces. Para ponerse en marcha se trajeron a una maestra pastelera de Montellano con la que empezaron a elaborar unas berlinas de tamaño generoso, unas magdalenas que llamaban mantecadas y unas finas cuñas de crema y chocolate que llaman recuñas porque son la mitad de gordas.

Maruchi Díaz y Rafael Pozo en su obrador. Foto: Cosasdecome

Rafael se recorría tiendas de los alrededores con su Iveco repartiendo dulces y durante los veranos se iba hasta Mazagón y Matalascañas, en Huelva, para endulzarle la vida a los veraneantes. «El trabajo era agotador. Cuando volvía del reparto todavía nos teníamos que poner a terminar los dulces, así que decidimos dar un giro al negocio».  La solución de los Pozo Díaz fue arrebatarle una habitación al domicilio familiar y poner un despacho al público. «El pueblo nos acogió divinamente y se formaban colas inmensas. Habíamos tres despachando dulces los fines de semana y hasta tuvimos que ponernos a repartir números para controlar la situación».

El listado de éxitos de la confitería cuenta con bastantes estrellas. Por un lado están los dulces rellenos de crema, especialmente una especie de mollete realizado con dos placas de hojaldre y, en medio, una generosísima capa de crema pastelera.

El hojaldre relleno de crema pastelera. Foto: Cosasdecome

El hojaldre les ha dado grandes alegrías a la familia. Lo aprendieron a hacer y las palmeras se han convertido en otra de las estrellas de la casa. Las tienen con varios rellenos e incluso, ya en el colmo de la perdición palmerista,  tienen unas que que están formadas con dos ejemplares y relleno cremoso en medio. La cosa se remata con otro sabor por lo alto. El hojaldre lo han extendido incluso hasta la Navidad y además de los roscones típicos, realizan otros de hojaldre «de los que vendemos 500 o 600 en la festividad de Reyes, sobre todo rellenos de crema de nata», señalan.

Una de las palmeras de dos pisos. Foto: Cosasdecome

Las mantecadas y los roskis desaparecieron del catálogo de la familia, «porque eran muy trabajosos y porque el público nos iba pidiendo otras cosas», pero llegaron otras especialidades como los rollitos de crema, unos mini brazos de gitano formados por un suave bizcocho relleno de crema pastelera y aromatizados con canela.

Uno de los dulces más curiosos de la casa son los quesitos, unos cilindros, del tamaño de un queso fresco pequeño, de ahí su hombre, y que están formados por capas de hojaldre, crema pastelera y luego mucho coco.

Pero sin duda alguna uno de los dulces que ha dado fama a la casa son los bizcochos gigantes. «Tenemos unos amigos pasteleros en Cádiz, los de la pastelería La Artesana. Ellos hacen también bizcochos de gran tamaño y nos regalaron unos moldes gigantescos para que nosotros los hiciéramos. Hicimos uno con bizcocho normal de chocolate, marmoleado como se conoce en el sector y aquello tuvo mucho éxito».

El bizcocho se cubre con una capa de chocolate. Las piezas pueden llegar  a pesar entre 6 y 8 kilos y cada ejemplar lleva 18 ó 20 huevos. Los venden por trozos, a dos euros cada uno. Para hacerse una idea de lo que gustan, cada fin de semana pueden salir entre 4 ó 5 ejemplares, además de los encargos. «Hacemos otros bizcochos gigantes, pero por encargo, porque este es el que gusta a la gente». Los hacen todos los días, excepto en verano. «De Mayo hasta finales de septiembre no los hacemos porque hace mucho calor». Pinchando aquí puede verse un pequeño video que muestra como es el bizcocho gigante del horno Maruchi.

Cuña del famoso bizcocho amarmolado de Maruchi. Foto: Cosasdecome

La familia de Rafael, ya jubilado, y Maruchi también se ha involucrado en el negocio. «Cuando pequeños nos ayudaban a meter las magdalenas en las bolsas». Ahora Melania, la menor, 37 años y farmacéutica de profesión es la que se ocupa de hacer los helados de la casa, otra de las ramas de negocio que iniciaron. «Empezó haciéndolos mi padre y ahora los hago yo» señala. Tienen más de 40 especialidades.

El otro hijo, Daniel, de 40 años, es el que se ocupa de la otra parte del negocio, la cafetería que abren por las tardes. Está junto al obrador y ahí se despachan los dulces con sus cafelitos correspondientes y los helados. «En verano nos dan aquí las tantas porque en la terraza se está muy a gusto».

La terraza de la cafetería del horno Maruchi. Foto: Cosasdecome.

Otro de los momentos importantes para el obrador es la Navidad, y en concreto la festividad de Reyes. «Llegamos a elaborar más de 5000 roscones, en dos días. «Trabajamos toda la noche y solo los hacemos de un tamaño para poder atender la demanda». El que tiene más éxito es el de crema de nata, pero hacen más especialidades «y ahora están de modo los de dos sabores».

Aquí también hay su momento «gigantista». Desde el día de La Purísima, el obrador realiza su Excalectric, como le llaman a unos grandes roscones de forma alargada que venden también en trozos o enteros por encargo.

Horarios, localización, teléfono y más datos del Obrador Maruchi, aquí.

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