Mansiones modernistas, bibliotecas victorianas, vergeles sin fin, lagos… los restaurantes que ponen la estética como primer atractivo triunfan en la ciudad
Lleva varios años como tendencia en auge. Aunque 2021 parece ser el de su consolidación definitiva en Sevilla. O, al menos, del de grandes proyectos gastronómicos que destacan por la espectacularidad y belleza de sus instalaciones. Mansiones modernistas, bibliotecas victorianas, vergeles sin fin, lagos… los restaurantes de estética cuidada al milímetro y propuestas decorativas de lo más llamativas triunfan en la ciudad.
Y es que la gastronomía rebasó hace tiempo los límites de lo culinario en Sevilla. Hoy los sevillanos comen con los cinco sentidos, especialmente con la vista. Estudios de decoración y de marketing estratégico se alían al ingenio de los hosteleros para crear espacios impactantes, principalmente en edificios antiguos, entornos naturales y al aire libre. La estética manda ¿El objetivo? Dejar huella no solo en el paladar, sino también en la retina y, por ende, en la mente del comensal.
Pionero en este sentido, fue en su día el restaurante Manolo León de la calle Guadalquivir que abrió sus puertas en 1999. “Hace veintidós años fuimos capaces de adelantarnos a la moda y ver el potencial como restaurante de una casa señorial del siglo XIX y sus jardines”, declara Agustín León, propietario del establecimiento. Según relata León, decidieron rehabilitar esta vivienda de tres plantas con aires sevillanos e impresionante patio de arrietes, buganvillas y jazmines “para que el cliente se sintiera realmente cómodo, como en casa”. Una línea que han mantenido durante todos estos años en sus 600 metros de instalaciones “creando espacios armónicos sin descuidar ni un ápice la gastronomía” En esta mismo sentido, pretenden habilitar antes de finales de este año una zona chill out con restaurante en la azotea del edificio: La Terraza de Manolo León.
Con el paso del tiempo, el gusto por la decoración en la hostelería introdujo algunos toques más actuales. Comenzaron a coger fuerza la inspiración industrial, la tropical y también la natural. O una mezcolanza de todas ellas. En ese momento irrumpieron en Sevilla establecimientos de grupos como Ovejas Negras o, más tarde, Burro Canaglia. «La mayoría de nosotros trajimos influencias estéticas de fuera y las adaptamos a Sevilla», explica Jesús Laborda, copropietario del grupo Burro, conocido por sus restaurantes italianos de corte desenfadado tanto en los fogones como en lo estético «en los que hemos tratado de respetar el alma de cada edificio». Así, cuentan con locales históricos como el construido por Aníbal González en Nervión o la antigua tienda de telas de cuatro plantas ubicada junto a las setas de la Encarnación. «Todos ellos impregnados en su interior de nuestro estilo ecléctico, mezcla de industrial y art decó. Aunque siempre personalizándolo según el lugar», puntualiza Laborda. Un trabajo estético elaborado por el Estudio de Arquitectura Cota 7 por el que Burro Canaglia obtuvo el prestigioso premio Hot Concepts al mejor diseño en restauración 2020.
A la par que estos restaurantes de estética innovadora, una Sevilla que ya comía con los ojos seguía acogiendo de buen grado otras apuestas que mimaban la decoración interior o el exterior de los establecimientos. Pero algo más comedidas, sin caer en el vanguardismo . Es el caso de La Quinta Brasería que desde 2015 sirve desde guisos tradicionales hasta un tartar de corvina en una mansión de aire colonial del siglo XIX. Sus propietarios, Albert Granados y Gonzalo Villalba (Grupo Panot), son los artífices del elegante interiorismo de las dos plantas, cinco salones y dos patios que configuran esta villa. Otro ejemplo en este sentido, se encuentra en la terraza de la Raza Puerto que mima al extremo sus exteriores con vistas al Guadalquivir. Allí ofrecen cenas «frescas y protagonizadas por el producto» desde una estructura que emula el casco de un barco abierto.
Pero ha sido en el último año, cuando la estética y decoración en la restauración sevillana ha sufrido una auténtica revolución. Los estudios de arquitectura e interiorismo han jugado al ‘más difícil todavía’, apostando por la majestuosidad visual. Recientes aperturas como Chicarreros en el centro, la Casa de María en Triana, Casa Ozama en el Porvenir, o Maquiavelo junto al Puente de Triana son una clara muestra de ello. «Hemos llegado a punto en el que la experiencia estética iguala en importancia a la gastronómica», revela Juan Luis Ruiz, uno de los socios de Chicarreros, un nuevo establecimiento de cocina de inspiración francesa y española y coctelería muy cuidada que desea situarse en el firmamento de las estrellas Michelin. Debido a su experiencia como diseñador en Estudio Salvaje, Ruiz tenía claro que debía ofrecer «una experiencia integral y absoluta a sus clientes», conforme a estas aspiraciones. «Desde los olores, a la luz, los sonidos… y, por supuesto, en todo lo que concierne a la decoración». Juan Luis Ruiz siempre deseó que en su establecimiento «se respirara un ambiente noble» y , junto a su compañero Eduardo Naranjo, lo ha conseguido a través de la recreación de una biblioteca victoriana así como de techos que emulan a los de un edificio clásico.
Por su parte, el grupo María Trifulca ha participado en hasta tres de las más llamativas aperturas ‘para comer con los ojos’ de los últimos meses. La primera de ellas es la Casa de María, formada por dos casas de vecinos de Triana unidas entre sí. Más de trescientos metros cuadrados, divididos en tres plantas y un ático, conforman este espacio, a pocos metros de su hermana mayor , María Trifulca. Ambas se encuentran a pie del Guadalquivir. Según explican desde el grupo María Trifulca, uno de los principales atractivos de este restaurante “es que conserva su estilo arquitectónico, perfectamente rehabilitado”. Triana posee una identidad propia y esta esencia ha inspirado al interiorista sevillano Juanjo Vega, director de Filamento Creativo Estudio. Además, Vega utiliza la luz para crear distintas atmósferas en el establecimiento y juega con los materiales y elementos decorativos en cada una de los pisos de la Casa. «Su decoración es tan exquisita, extravagante y peculiar que no podrás parar de mirar a tu alrededor», afirman desde María Trifulca.
Un estado de fascinación del que el cliente también se embarga al adentrarse en Casa Ozama, el restaurante-mansión modernista de cuatro plantas y jardín en el que también participan algunos socios del Grupo María Trifulca junto a los de Ovejas Negras. Ocupa una finca de 2000 metros cuadrados construida en 1912 junto al parque María Luisa. En su interior se entremezclan elementos decorativos originales de principios del siglo XX con objetos sorprendentes y atemporales, obra todo ello de los interioristas de Persevera Producciones. «Se combina el lujo decadente de la época con factores inesperados como animales exóticos», aclara Maribel Blanco de Persevera. Ozama cuenta con zonas de barras, bares, salones, comedores informales. Incluso rincones ocultos para tomarse una copa. Porque si en algo coinciden la mayoría de estas grandes aperturas tan mimadas estéticamente es en su deseo de hacer sentir al comensal tan cómodo que sus sobremesas se alarguen hasta altas horas de la tarde o la noche. Ya sea en alguna de las cuatro plantas de su majestuoso edificio, o bien en su jardín, que es un vergel de palmeras centenarias, pérgolas, jazmines y buganvillas con una fuente central.
Por último, el casi recién estrenado Maquiavelo, obra también del grupo Trifulca, defiende el concepto de experiencia gastronómica multidisciplinar en todos los sentidos…y con todos los sentidos. Se trata de un inmenso jardín junto al río Guadalquivir que cuenta con más de un millar de plantas y donde un lago central vehicula siete espacios diferentes: desde una zona de coctelería, otra para espectáculos de cocina en directo, una tercera de tatamis y el resto dedicada a espacios exclusivos. Los artífices de este concepto estético y arquitectónico son algunos de los nombres más reconocidos en Sevilla en este ámbito: Donaire Arquitectos, Perservera Producciones y Juanjo Vega, de Filamento Creativo Estudio. Las brasas definen gastronómicamente a este espacio que comenzará ofreciendo, en un principio, tan solo cenas y alta coctelería. «Maquiavelo creemos que es la fórmula creativa perfecta, un universo donde el público se convierte en uno de los grandes protagonistas de esta experiencia», concluyen desde el grupo de María Trifulca. He aquí de nuevo los dos factores esenciales para la Sevilla que come con los ojos: el comensal y la gastronomía como experiencia. «Un giro de 360º donde se mezcla la alta cocina, el arte y la diversión más elegante de la ciudad», sentencian.
…Y además
- Aquí la guía gastronómica de Sevilla
- Aquí recetas de bares que han pasado a la historia en la provincia.