La tercera generación de panaderos de El Chispa continúa elaborando este mollete con ajonjolí que cada vez es más fácil de encontrar en las tiendas sevillanas

 

 

El legado de la Panadería El Chispa y sus molletes marcheneros sigue vivo en la tercera generación. Fundada en 1950 por Manuel Jiménez Suárez, este negocio familiar ha perdura conservando los valores de la tradición y pan artesano, entre los que destacan el mollete de Marchena, coronado por unas semillas de ajonjolí y con una miga blanda.

La historia comienza con Manuel Jiménez Suárez, conocido como el Chispa que empezó a trabajar en un obrador cercano a su hogar a edad temprana, donde aprendió el oficio desde cero, ya que no había ningún panadero en su familia. Fue en los años 50 cuando Manuel dio el paso de establecer su propio obrador, contando con la ayuda de sus hijos. Actualmente es Isaac, el hijo menor de Manuel, el encargado gestionar el negocio junto a sus hijos y otros familiares.

Los mollete marcheneros se caracterizan por el ajonjolí. Foto cedida.

La receta del mollete marchenero, de origen andalusí como todos los molletes, se compone ingredientes naturales: harina de fuerza, levadura de masa madre, agua, sal y ajonjolí. Cuenta Ana Teresa, hija de Isaac, que la elaboración de esta pieza es larga, entre unas cuatro o cinco horas de fermentación como mínimo. “Es lo primero que se empieza a hacer y lo último que se termina”. La amasadora se encarga de preparar la masa, pero la forma se le da a mano, uno a uno: “No hay dos molletes iguales”.

En El Chispa el dan forma al mollete a mano, uno a uno. Foto cedida.

El secreto del mollete es la humedad que necesita la masa, para que el resultado sea una corteza crujiente por fuera y blanda por dentro, que se termina de conseguir en casa, cuando se mete cerrado en el tostador. Y lo que sin duda lo diferencia de otros panes del resto de la provincia de Sevilla es el ajonjolí que esparcen por encima, y que además le aporta un sabor tostado diferente. Esta es una costumbre que se viene practicando de antiguo en los molletes marcheneros y que continúa hoy.

Es la propia familia la que se encarga del reparto, que mantienen por las casas de Marchena, y en establecimientos de pueblos de las cercanías como Morón, El Arahal o Paradas. También se pueden adquirir en el despacho de su obrador. Desde hace seis meses es más fácil de encontrar en Sevilla capital, ya que existe gran demanda de pan artesano tanto en supermercados como en cafeterías o en otro tipo de tiendas. Con la ayuda de un nuevo repartidor, están ampliando la cartera de clientes, haciendo posible que el mollete marchenero llegue a más hogares. En cada mollete se encuentra la dedicación y la autenticidad que solo panaderías como El Chispa, familiares y artesanas, pueden ofrecer.

Más datos sobre Panadería El Chispa, aquí.

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